El «error definitivo» de una partida de ajedrez se define como aquélla (mala) jugada en la que se pierde el control de la posición una vez se ha realizado. Es decir: se deja el destino de la partida a merced del rival, y ante un juego «mínimamente coherente» de éste, la partida la tenemos perdida. Lo dicho anteriormente es muy relativo, pues siempre depende de la fuerza del rival (llámese también «número de recursos que controla el rival para la defensa») que la posición sea más o menos defendible, por lo que una posición desesperada entre maestros (se dice cuando uno de los dos está perdido) puede ser una posición que dos aficionados sigan jugando, teniendo ambos las mismas posibilidades de ganar y/o de hacer tablas. Muchas veces se quedan sin conocer que se han cometido errores garrafales por ambas partes hasta que no es revelado por un programa de ordenador.

Es muy común entonces que dos aficionados no se pongan de acuerdo en dónde fue el error definitivo de una partida una vez ha acabado ésta. Esto fue lo que pasó en la primera jornada entre el jugador del Lucena «A» José Luis y yo, en la partida que jugamos en el primer tablero el 12 de enero de 2013. En esta partida, yo creo que el error definitivo se comete en la jugada 14..f5, pero él opina esta posición resultante es «jugable» y que 16..Af6 es el error que lo condena a la derrota.

Sinceramente no estoy seguro 100% de que yo tenga la razón, pero es muy instructivo analizar la posición que surge después de 14..f5 y valorar si quedan recursos de defensa o no por parte del negro. Los comentarios siguientes son de José Luis y los míos son los que se anteceden con «De Luis»:

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